“UN EJEMPLO ANIMAL”
“Pórtese bien... Sea animal...” es el eslogan que utiliza en su micro televisivo el médico veterinario Dr. Romero en canal Crónica.
Como homenaje a éstos seres que nos dan ejemplos de vida permanentemente, voy a contarles, en “Su día”, la historia de "Vainilla", una de mis perritas y su entrañable instinto maternal.
Era el año 1996, yo era Supervisora Escolar y me encontraba recorriendo escuelas en el sur de nuestra provincia de Córdoba.
“Pórtese bien... Sea animal...” es el eslogan que utiliza en su micro televisivo el médico veterinario Dr. Romero en canal Crónica.
Como homenaje a éstos seres que nos dan ejemplos de vida permanentemente, voy a contarles, en “Su día”, la historia de "Vainilla", una de mis perritas y su entrañable instinto maternal.
Era el año 1996, yo era Supervisora Escolar y me encontraba recorriendo escuelas en el sur de nuestra provincia de Córdoba.
El 06 de setiembre, llegué a una ciudad llamada Huinca Renancó (“Indio Muerto” en lengua indígena local) y fui a una estación de servicios ubicada en las afueras a cargar combustible en donde encontré una perrita vagando. Le pregunté al encargado si tenía dueño y respondió que no, que era uno más de tantos animalitos que merodean abandonados. Resolví adoptarla (no sin antes consensuar con mis hijos por teléfono) y emprendimos el viaje de 210 km en auto a casa. Así comenzó a ser parte de nuestras vidas.
Al llegar, le pusimos de nombre “Vainilla” (en recuerdo a una perrita que tenia la tía Negra –hermana de mi mamá - y que murió a los 20 años). Martín aún era estudiante de los primeros cursos de Medicina Veterinaria, pero la revisó y dijo que “Vainilla” tenía ya unos 3 o 4 años y que nunca había tenido crías.
Cuatro años después de esto, un domingo al mediodía, Anavi regresó de misa muy consternada (casi llorando) porque en una placita cercana a casa, había una caja de cartón con 2 gatitos abandonados. Un tercer gatito se había salido de la misma y un auto lo había pisado y matado. Al oír esto, nos miramos impactados... En el acto, fueron mis hijos y trajeron a los dos mininos sobrevivientes a casa. Pero qué haríamos con estos gatitos taaaan chiquitos ? Mamaderas de día y de noche... Oh...!!! ya teníamos dos gatas grandes...
Vainilla los escuchó llorar y se desesperó por verlos, olerlos, lamerlos. (ver fotos del encuentro abajo)
Cuatro años después de esto, un domingo al mediodía, Anavi regresó de misa muy consternada (casi llorando) porque en una placita cercana a casa, había una caja de cartón con 2 gatitos abandonados. Un tercer gatito se había salido de la misma y un auto lo había pisado y matado. Al oír esto, nos miramos impactados... En el acto, fueron mis hijos y trajeron a los dos mininos sobrevivientes a casa. Pero qué haríamos con estos gatitos taaaan chiquitos ? Mamaderas de día y de noche... Oh...!!! ya teníamos dos gatas grandes...
Vainilla los escuchó llorar y se desesperó por verlos, olerlos, lamerlos. (ver fotos del encuentro abajo)
Claro, las mamaderas debieron comenzar a circular, ya que ella no tenía crías y ni siquiera estaba en celo...
Pero la naturaleza nos deparaba una sorpresa mayor aún. Cuatro o cinco días después, Vainilla tenía 2 ubres llenas de leche y ahora era una “mamá completa” para los dos gatitos. Y los crió... vaya si los crió, hermosos y fuertes!!
Llegado el momento, la hembrita (blanca y negra) fue adoptada por una familia amiga y el machito (color canela) quedó en casa con el nombre de “Cerdito” (por lo comilón)
Ante tal muestra de “sentimiento maternal”, al año siguiente del encuentro de los gatitos, Vainilla dio a luz un hermoso cachorrito al que llamamos “Bartolito”. Ella seguía reconociendo a Cerdito como “su hijo” por lo que le permitía también mamar aunque fuera un glotón de poco más de 1 año. Siempre atenta y vigilante, no los perdía de vista a ninguno de los dos. (fotos de abajo)


Es más, muchas veces en que a ella se le daba un bocadito de carne por debajo de la mesa, iba al patio a comerlo pero, si en el camino encontraba a Cerdito, le dejaba el bocado y le lamía la cara a modo de caricia... (era enternecedor verlos).
Bartolito fue también, un animalito muy especial y tuvimos la dicha de gozar de su compañía. Reconocía a Cerdito como su verdadero hermano, con quien jugaba y hacía travesuras. Pero lo que más le gustaba, era cuando las chicas (Anaví o Camila) lo ponían en la repisa de su dormitorio, donde era capaz de estar largo rato, confundiéndose entre los animalitos de peluche. (ver foto de abajo)

Han pasado los años y sólo queda Vainilla, muy viejita, sorda, con pocos dientes ya. Vive y reina en la veterinaria de Martín, que es el miembro de la familia a quien “ella” adoptó desde el día que llegó a casa.
Sirva éste relato como humilde homenaje a LOS ANIMALES en su día, a quienes debemos ver como SERES VIVOS que también sienten dolor físico, frio y cuyas enfermedades en su mayoría, son las mismas que sufren los humanos. Esos seres que nos dan una vida de amor y fidelidad incondicional, que nos acompañan en las buenas y en las malas y que nos dan tanto, pidiendo tan poco a cambio. Es por ello, es que comencé citando el eslogan televisivo del Dr. Romero:
“Pórtese bien... Sea animal!!”